Sobre Lucía

En el verano de 2017 mi vida y la de mi familia se tambalearon por completo. Nuestra segunda hija, que en aquella época tenía 8 años, tras caerse jugando en la playa, sufrió un esguince en la rodilla que, a los pocos días, provocó un síndrome de dolor crónico llamado Síndrome de Dolor Regional Complejo, cuyo síntoma principal es el dolor extremo. El diagnóstico fue un verdadero shock para toda la familia.

Expatriation USA

Por aquella época vivíamos en Estados Unidos y nos resultó muy complicado encontrar un tratamiento adecuado para nuestra hija. Queríamos evitar al máximo los tratamientos y medicamentos alopáticos, ya que conocíamos los efectos secundarios tan severos que podían provocar y los cuales queríamos evitar. Optamos entonces por tratamientos alternativos que, afortunadamente, funcionaron maravillosamente bien. Hoy en día, nuestra hija lleva una vida totalmente normal y seguimos haciendo todo lo posible para que continúe así de bien. Si de vez en cuando algún dolor acecha, sabemos manejar la situación hasta conseguir una vuelta a la normalidad.

Durante el período en que mi hija sufría muchísimos dolores, el aspecto psicológico tomó una gran importancia. Ansiedad, miedos, fobias, estrés post-traumático. Sentíamos que perdíamos a nuestra hija. Al mismo tiempo, su familia (mi marido, nuestra hija mayor y yo misma) estábamos inmersos en el dolor, el miedo, la angustia, la incomprensión y la incertidumbre de cara a su futuro. Un sentimiento de soledad e injusticia nos invadía. Todos necesitábamos ayuda para hacer frente a esta difícil situación.

A pesar de todos mis esfuerzos, no pude encontrar ningún psicólogo especializado en dolores crónicos, y menos todavía en niños. Sabía que había que intervenir rápidamente con el fin de no hacer crónicos los comportamientos desadaptados que mantenían y agravaban los dolores de mi hija. Siendo psicóloga clínica y entendiendo perfectamente lo que estaba pasando, decidí yo misma ayudar a mi hija y a toda la familia. Así, le ayudé a comprender su situación, a aliviar sus angustias y miedos, a vencer sus nuevas fobias, a controlar sus ideas angustiosas que anticipaban y provocaban muchos de sus dolores, a motivarla para sobreponerse a las dificultades, a cambiar su régimen alimentario y aceptarlo sin demasiada frustración, a asumir y a aceptar su enfermedad, sus limitaciones… en definitiva, a convertirse en agente activo de su recuperación y de su salud, y no en víctima de su enfermedad.

Accompagnement douleurs chroniques

Al mismo tiempo, ayudé a mi familia a conocer mejor la enfermedad de mi hija, a aceptar nuestra nueva situación y las limitaciones impuestas, a expresar las frustraciones, los miedos, a aprender lo que había que hacer o no hacer para ayudar a mi hija a salir de la situación, y a ser siempre positivos. Cuantas más cosas negativas leía, más positiva me volvía. Sabía que mi hija, costara lo que costara, acabaría recuperando su vida. ¡La actitud de cara a la enfermedad es tan importante!

Poco a poco mi hija volvió a ser la que era antes y nuestra vida empezó a normalizarse. Hoy ella lleva una vida completamente normal. Aprendió a observar y conocer su cuerpo. Conoce cada vez mejor aquello que puede desencadenarle dolor. Si esto sucede, tiene herramientas y una actitud ante su dolor que le dan cierto poder sobre él y, sobre todo, le impiden desanimarse.

Pasamos momentos muy difíciles, y nos sentimos muy solos, lejos de nuestras familias y países. Pero salimos del bache más fuertes y unidos que nunca. Y pudimos continuar disfrutando de nuestra vida en el extranjero.

Me llamo Lucía, soy mamá de tres preciosas niñas y expatriada desde hace más de 20 años. Española, casada con un francés y con hijas franco-español-americanas, las tres nacidas en lugares distintos, ¡nuestra familia es el ejemplo de una familia abierta al mundo!

Soy psicóloga clínica doblemente licenciada por la universidad Complutense de Madrid y por la universidad de ParisX, Nanterre (DESS en Psicología Clínica y Psicopatológica). Soy también terapeuta en técnica de liberación emocional (EFT) y en nutrición funcional para el dolor crónico.

En los últimos 20 años hemos vivido en diferentes lugares de Europa, Asia y Estados Unidos. Nos encanta viajar y sentimos la necesidad de volver a marcharnos a la aventura cada dos o tres años. Conocemos muy bien las dificultades de la expatriación: romper con todo lo familiar para ir hacia lo desconocido, recomenzar todo desde cero, encontrar nuevos amigos, colegios, supermercados, médicos, estar lejos de nuestras familias, que vemos unos pocos días, una vez al año… Pero los viajes, las nuevas culturas y encuentros, las distintas lenguas y la apertura al mundo compensan los sacrificios.

Expatriation

Hasta donde puedo recordar el dolor crónico siempre ha formado parte, de una forma o de otra, de mi vida. Familiares muy cercanos han sufrido, o sufren aún, dolor crónico. Envueltos en un diagnóstico errático y terapias desesperantes, acabaron por encontrar tratamientos con resultados más o menos exitosos.

Hoy, con cierta retrospectiva, y gracias a mi experiencia y conocimientos, pienso que hay varios factores que nunca se tuvieron en cuenta y que podrían haber ayudado a aliviar mucho sufrimiento.

La prueba de la enfermedad que atravesamos con nuestra hija me llevó a pensar que, en el mundo, hay otros niños, otras madres, otras familias que viven como nosotros lejos de sus países y que sufren dolores crónicos. Atraviesan las mismas dificultades que nosotros. Necesitan ayuda, pero no la encuentran. Viven en el extranjero y no pueden disfrutar de esa oportunidad tan extraordinaria. Yo no podía quedarme de brazos cruzados. Debía poner mi experiencia al servicio de esa gente con el objetivo de transmitir esperanza.

Y es por esta razón que decidí ofrecer mis competencias, conocimientos y ayuda a aquellas personas que, como yo y mi familia, viven en el extranjero y sufren dolores crónicos.

Con el tiempo, mis servicios se han ampliado a toda persona, expatriada o no, que lucha contra el dolor crónico.

Ofrezco un acompañamiento que considera la globalidad de la persona a nivel físico, emocional, mental y social, teniendo en cuenta el estilo de vida y el apoyo a la familia. 

Elaboramos JUNTOS un proyecto terapéutico personalizado y adaptado a cada situación, donde la persona es el principal actor y donde el objetivo es alcanzar el máximo estado de bienestar posible.

Acompaño con benevolencia y empatía así como con el mayor respeto hacia el sufrimiento físico y emocional. ¡Pero también desde el optimismo!

La salida del túnel está a menudo más cerca de lo que parece. ¡Solo hace falta abrir bien los ojos y permitirnos divisarla!