Dolor crónico y expatriación

El dolor crónico representa un problema de salud a nivel mundial. Su diagnóstico a menudo plantea un reto, y su tratamiento se complica cuando su causa es multifactorial. Las repercusiones más frecuentes en la esfera psicológica implican, entre otras, ansiedad, ira, miedo, frustración o depresión que, a su vez, contribuyen a aumentar la percepción del dolor. Las consecuencias socio-familiares, económicas y laborales son múltiples y generan, a causa de la invalidez y la dependencia que provocan, cambios importantes en la vida de las personas que lo padecen y sus familias.

La necesidad de fármacos para aliviar el dolor se convierte en un factor de riesgo potencial de uso, abuso y autoprescripción, no sólo de analgésicos, sino también de tranquilizantes y de antidepresivos, entre otros. En su tratamiento, además de los aspectos físicos del dolor, es fundamental tener en cuenta los componentes emocional, afectivo, conductual y social.

Douleurs chroniques

Dolor agudo versus dolor crónico

El dolor agudo es una experiencia de inicio repentino, duración breve en el tiempo y con remisión paralela a la causa que lo produce. Es ante todo una señal de alarma cuando se lesionan los tejidos y su función es protectora, ya que actúa evitando que la persona realice conductas que puedan aumentar la lesión o le lleva a realizar aquellas que minimizan o reducen su impacto.

A veces, el dolor se mantiene durante mucho tiempo -más de tres meses- sin que los tratamientos convencionales lo alivien. En estos casos hablamos de dolor crónico. Puede tener diferentes causas -una lesión, una infección, una operación quirúrgica…- o no tener una causa física que lo produzca llegando a ser una enfermedad en sí mismo. Es un dolor que aumenta, disminuye, desaparece o reaparece sin saber por qué. Conlleva un deterioro significativo y progresivo de las capacidades funcionales y sociales de la persona.

Expatriation douleur chronique

Dolor crónico y expatriación

Si en general y en condiciones normales, la décision de irse a vivir al extranjero no está exenta de dificultad para las familias, decidir irse a vivir fuera o quedarse en un pais extranjero cuando se sufre de dolor crónico resulta inmensamente complicado.

Las dificultades encontradas, más a menudo, cuando se sufre de dolor crónico, y que se añaden a aquellas encontradas en situación normal de expatriación, pueden ser, entre otras:

  • La distancia: el hecho de estar lejos de la familia, de los amigos, o de todo aquello conocido que dé seguridad complica indiscutiblemente la situación. El entorno, en la distancia, se preocupa más y se sienten frustrados por no poder ofrecer una ayuda directa. La diferencia horaria dificulta la comunicación.
  • La lengua extranjera: el hecho de no hablar -o no suficientemente bien- la lengua del pais de residencia dificulta considerablemente la comunicación con la gente local o el cuerpo médico. Esto dificulta también la toma de citas, la comprensión de las informaciones y de los exámenes médicos, la estancia en el hospital, la dificultad o imposibilidad de seguir un acompañamiento psicológico, la comunicación con los otros pacientes, con los farmacéuticos…
  • El sistema sanitario: según el pais donde se viva, el sistema sanitario puede estar más o menos desarrollado. La calidad de los servicios puede ser insuficiente y por este motivo, hay veces, que hay que marcharse a otro lugar en busca de un tratamiento adecuado y de mejor calidad. El coste de los tratamientos puede llegar a ser muy elevado. A todo esto se añade el absentismo o la imposibilidad de trabajar, lo que puede llevar a perder el trabajo. La situación económica puede volverse rápidamente muy difícil y causar un gran ansiedad.
  • El cuidado de los niños: cuando se sufre de dolor crónico, el día a día es un constante desafío. A la dificultad de ocuparse de uno mismo, se añade la enorme dificultad de ocuparse de los niños y más aún si éstos son pequeños y se vive en países donde la ayuda doméstica no es asequible y la educación no es obligatoria antes de los 5 años.
  • El sentimiento de aislamiento: a menudo el entorno más cercano no entiende exactamente por lo que la persona que sufre está atravesando. No comprenden del todo, el sufrimiento cotidiano -físico y emocional- y a veces piensan que la persona exagera o no se quiere esforzar. Esto añade un sentimiento de aislamiento y soledad, un sentimiento de injusticia y de incomprensión que aísla todavía más a la persona.

Todas estas dificultades llevan a cuestionarse de forma recurrente si se tomó, al expatriarse, la decisión adecuada y si hay que volver al pais de origen o hay que quedarse. La decisión final no es tarea fácil al entrar en juego múltiples factores como la posibilidad de tener un puesto de trabajo en el país de origen, una residencia, la posibilidad de continuar los tratamientos, los estudios de los hijos…

Un enfoque multidisciplinar para la gestión del dolor crónico

Un enfoque multidisciplinar es esencial para la mayoría de las personas que sufren de dolor crónico, que se acompaña, en la mayoría de los casos como ya hemos dicho, de problemas psicológicos y funcionales. Así, el trabajo de colaboración entre los médicos, los psicólogos, los fisioterapeutas, los osteópatas, o los sofrólogos, aporta, indudablemente, mejores resultados.

El éxito de un buen acompañamiento de la gestión del dolor crónico se basa en tres pilares indisociables:

            -el estilo de vida, con una buena alimentación, un buen descanso y una actividad física,

            -el apoyo psicológico que incluya la gestión del estrés, la gestión de las emociones y de las creencias limitantes y,

            -el apoyo a la familia.

 Cada uno posee la misma importancia en el proceso de recuperación, o al menos, en la mejora de los síntomas. Los tres son complementarios y ello les dota de una gran fuerza de acción. La eficacia del programa se basa en la buena sinergia entre ellos.

En cuanto al tratamiento farmacológico, si se han prescrito medicamentos, habrá que seguir tomándolos. Cuando se empiece a sentir las primeras mejoras, se podrá consultar con su médico con el fin de adaptar el tratamiento en función del bienestar conseguido.

El objetivo final es el de componer un programa propio y personal e ir adaptándolo en función de la evolución que constate la persona. Tomará así las riendas, si no de su curación, sí de una mejora y de un alivio importante de su situación, ¡lo que no es poco!

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